A pesar de su aspecto grosero y desaseado, carente por completo de gracia, el gran maestro Luzhin, protagonista de esta novela, ha sido considerado por muchos como uno de los más encantadorres personajes nabokovianos. El descubrimiento del ajedrez supone para el gran maestro Luzhin, protagonista de esta novela, la revelación de un orden de impecable armonía donde encontrar refugio contra las tribulaciones de su desdichada adolescencia. A partir de ese momento da comienzo su brillante carrera como campeón en ese juego, que pronto se convierte en una obsesión que absorbe su vida por completo. Luzhin comprende, demasiado tarde, que tal obsesión amenaza con destruirlo y que el instrumento escogido como defensa contra el desorden y los agravios del mundo es también un arma que finalmente se vuelve contra él mismo, hallándolo en la más patética indefensión.
Publicado por primera vez en Berlín, en 1930, el propio Nabokov observa en su prólogo que «de todos mis libros rusos, es La defensa el que contiene y difunde mayor "calor"». La sombría peripecia de Luzhin contiene pasajes de una melancólica delicadeza y de un fino humor que contribuyen a hacer de esta novela una pieza de rara perfección. Todos los elementos de la trama se hallan sutilmente enlazados en un juego de correspondencias y de calculados golpes de efecto supeditados con inimitable sabiduría a una estructura que, deliberadamente, recuerda aquí a una elegante, astuta e implacable partida de ajedrez.