Sin pensárselo dos veces, y sin prever hasta qué punto esa decisión cambiará su vida, el protagonista de Insensatez acepta un comprometido encargo de su amigo Erick: revisar la versión final de un informe que consigna el genocidio padecido por los pueblos indígenas de un país centroamericano. Así, instalado en una exigua habitación del arzobispado de la ciudad, el protagonista se enfrenta a más de mil cuartillas que reproducen denuncias de supervivientes y testigos. Atisba entonces un horror que lo fascina y abruma, pues en los textos que va leyendo encuentra metáforas, giros y dislocaciones de lenguaje que recrean vívidamente matanzas y actos de crueldad que, de otro modo, serían inexpresables. Al margen de esa ingente tarea, sin embargo, transcurre la realidad cotidiana del protagonista,una realidad a veces frívola y promiscua que contrasta conla sensación de acoso y peligro que lo invade y con su obsesión por una violencia que podría convertirse en su infierno.