Julian Barnes creció en una familia de tenues experiencias religiosas. Su hermano filósofo, Jonathan Barnes, después de ir a un par de servicios religiosos recuerda haberse sentido como un «niño antropólogo entre antropófagos». Julian Barnes tampoco cree en Dios, pero dice que le echa de menos. Y así comienza esta irónica y divertida memoria familiar –con vívidos retratos de sus abuelos, sus padres, y su hermano filósofo, pero también de los escritores que le acompañan cada día–, una meditación sobre nuestra condición de mortales y una intensa celebración del arte y la literatura. «Con ayuda del humor, todo lo trata en el nivel adecuado. El nivel de la literatura» (Manuel Hidalgo, El Mundo). «Un libro indispensable por su honestidad, desolación y altísima calidad literaria e intelectual» (Germán Gullón, El Cultural). «¡Cómo se agradece, en este caso, la gracia inglesa y barnesiana!» (Jordi Llovet, El País).