Voces del viejo mar es una parte de la autobiografía de Norman Lewis, la que corresponde a las tres estancias del famoso novelista inglés, en la década de los años cuarenta, en un pueblecito de pescadores, al que llama Farol, situado en la llamada Costa Brava. Es, a la par, un sugerente libro de viajes y una evocación diáfana, no exenta de ternura, de la vida de aquella pequeña comunidad en la que participó intensamente.
Norman Lewis describe con minuciosa y certéra prosa lo que percibe su fina mirada de antropólogo/novelista: las costumbres, los trabajos, las fiestas, los paisajes y las gentes. Resultan magistrales las descripciones de las tradicionales modalidades de pesca que allí se practicaban, así como las que corresponden a sus personales aventuras submarinas, transmitiendo unas imágenes del mundo abisal de imborrable plasticidad y cromatismo.
Testigo también del incipiente e imparable cambio de vida que se gestaba en el pueblo tras la llegada del nuevo empresario; dispuesto a preparar el camino para la masiva llegada de los turistas extranjeros, plasma en las últimas páginas del libro las alteraciones en los modos de vida que se van produciendo al correr de los días. «Debería ser tan conocido este libro como lo es Al sur de Granada, de Gerald Brenan», escribió Ian Gibson (Diario 16), que resaltó también «la sabiduría con la que el escritor consigue hacernos percibir las antiguas voces del Mediterráneo».