Una novela desacomplejada y divertidísima, con diálogos y personajes muy gamberros y con historias de amor de lo más bizarro y desaforado.
A Sara la han echado del trabajo. Era organizadora de bodas en la empresa de Barcelona más importante del sector. Pero cometió un error. O dos.
Mientras su vida se hunde por momentos, enfrentada a una querella estratosférica y viendo truncada también una incipiente historia de amor con el que fue su jefe, le llega una llamada que lo cambiará todo. Sara debe volver a su pueblo natal, Villajúbilo de Polvadares, donde le surge la oportunidad de montar una boda hortera.
Esta nueva etapa vital, que transcurre entre viñedos y verbenas, quizá le sirva a Sara para reconectar con sus raíces y con los amigos de la infancia. Con algunos más que con otros, si es que logra deshacerse de su «yo» de la gran ciudad.
«Después de pasar varios siglos en el autobús, por fin enfilamos la carretera sin asfaltar que accedía a Villajúbilo , levantando nubes de polvo a nuestro paso. Sí, amigos, aquella era la estampa. Estábamos tan aislados de la civilización que estaba segura de que ni Google podría encontrarnos. Era perfecto.»