Una fría mañana de noviembre, tras un penoso viaje en barco, el señor Linh desembarca en un país que podría ser Francia, donde no conoce a nadie y cuya lengua ignora. El señor Linh huye de una guerra que le ha robado todo menos a su nieta, un bebé llamado Sang Diu. Instalado en un piso de acogida, el señor Linh sólo se preocupa por ella, su única razón de existir hasta que conoce al señor Bark, un hombre robusto y afable. Un afecto espontáneo surge entre estos dos solitarios que, capaces de comprenderse en silencio, se encuentran regularmente en un banco del parque. Pero, una mañana, los servicios sociales conducen al señor Linh a un hospicio que no está autorizado a abandonar. El coraje y la determinación del anciano conducirán a un inesperado desenlace, profundamente conmovedor.
Una exquisita fábula sobre el exilio y la soledad o, lo que es lo mismo, la lucha por preservar la identidad. Su estilo narrativo extremadamente depurado, casi minimalista, marca un punto de inflexión en la trayectoria de Claudel, ganador del Premio Renaudot 2003.