Fiel al espíritu didáctico de la ilustración y a las reglas del
teatro neoclásico, en la obra subyace una crítica implícita a la
situación de las mujeres a comienzos del siglo XIX.
El sí de las niñas es una pieza de teatro moralizante, fiel al espíritu de la Ilustración, que entendía la literatura como un arte que debía entretener y al mismo tiempo enseñar algo provechoso, servir a algún propósito didáctico. Leandro Fernández de Moratín enfoca la obra como una comedia de enredo con final feliz y ajustado a la justicia natural: triunfa el amor sobre las maquinaciones que despliega la madre de la protagonista, con el único fin de obtener provecho económico.