La actitud emprendedora es una competencia necesaria tanto en el ámbito profesional como en el académico y en el personal; por ello, debería potenciarse y desarrollarse en todas las edades (de 0 a 100, o más, ahora que se prolonga la esperanza de vida).
El motivo de estas páginas no es otro que el de detectar y despertar el espíritu emprendedor que, en mayor o menor medida, llevamos dentro y aplicarlo, con pasión y tesón, al desempeño de cada persona, sea en su empresa o en otra ajena. A partir de ahí, animamos a los emprendedores y emprendedoras a que crean en sus proyectos y les proporcionamos herramientas para transmitir su idea y llevarla a la práctica.
Algunas de esas sugerencias se condensan al final de cada capítulo con los epígrafes “Anímate a emprender”, para que cada cual se ponga en marcha, y “Anímales a emprender”, con el fin de avivar el espíritu emprendedor desde las edades más tempranas. En este sentido, nos parece primordial sembrar la curiosidad y el interés por crear algo propio, útil y aplicable, desde el ámbito familiar y educativo. Al fin y al cabo, la educación no puede desvincularse del mundo laboral, ni al contrario.
Confiamos, al menos, en que esta propuesta sea estimulante para avanzar en el camino del emprendimiento.