La desastrosa historia de los Hollywood Brats, el grupo de punk que se adelantó a su época pero pereció en el intento.
Julio de 1971. Andrew Matheson llega a Londres con dieciocho años desde Canadá, huyendo de un funesto trabajo en una mina de níquel y de un futuro aún más negro, con el sueño de formar un grupo de rock y alcanzar la gloria. Amante de los Rolling Stones y los Kinks, Matheson empieza a reclutar a los músicos con las pintas más fastuosas y provocativas que encuentra a través del tablón de anuncios del Melody Maker. Pronto formará los Hollywood Brats, con Matheson al frente: un pintoresco grupo de melenudos con vestuario barroco comprado en tiendas de segunda mano, carmín y zapatos de plataforma, en la línea de los New York Dolls, a quienes miran de soslayo y con cierta envidia desde el otro lado del océano. Mientras pasan los días en pubs bebiendo como cosacos, sisando en tiendas de ultramarinos y malviviendo en casas okupa infestadas de ratas, consiguen sus primeros conciertos, que interpretarán ante un público atónito que no sabe cómo tomarse su afrenta sonora, atronadora y abrasiva. También llegan los primeros fans, las grupis y los flirteos con el mercado discográfico. Parecen destinados a la fama, pero su sonido, agresivo y protopunk, aparece tan solo unos meses antes de la entrada en escena de los Clash y los Sex Pistols -para quienes los Hollywood Brats son un referente-, y el grupo fracasará estrepitosamente en el intento antes de caer en el olvido. Estas hilarantes memorias, escritas con el mejor sarcasmo y humor británicos, se encuentran entre los más divertidos e intensos relatos del rock jamás escritos.