Un ensayo fascinante y revelador que explica cómo se hacen los grandes éxitos que suenan en las radios de todo el mundo: La fábrica de canciones cambiará el modo en que escuchas música.
En las dos últimas décadas ha nacido un nuevo tipo de canción. Los hits actuales están repletos de hooks, anzuelos musicales diseñados para engancharse a tu oreja cada siete segundos. Sus compositores han dedicado centenares de horas en inventarlos, en lograr que la melodía, el ritmo y la repetición se incrusten en el cerebro humano. Y los han pensado para que la experiencia de escucharlos funcione tanto en la radio o la tele como en centros comerciales o el gimnasio.
En un viaje que lo lleva de Nueva York a Los Ángeles y de Estocolmo a Corea, John Seabrook nos cuenta la historia de una industria que de repente, tras un cataclismo, se vio forzada a transformarse; sus productos debían ser, más que nunca, innovadores, competitivos, ambiciosos y sexys. Explorando el terreno que comparten la ciencia y la creatividad, La fábrica de canciones es un libro que cambiará la manera en que escuchas música.
Reseñas:
«Una historia fascinante que lo abarca todo, desde el Brill Building y Phil Spector hasta Afrika Bambaataa o American Idol. Bajo todas estas tramas resuena, como una línea de bajo, el inexorable cabal de la tecnología.»
The Boston Globe
«Un libro tan adictivo como el tema que trata.»
The Sunday Times
«Un volumen vivo, entretenido e inspirador, que puede interesar a los locos del pop y también a la gente que no se imagina perdiendo la cabeza por el último hit de Rihanna.»
The Wall Street Journal
«Un relato absorbente sobre un fenómeno descomunal.»
Walter Isaacson, autor de las aclamadas biografías Steve Jobs y Einstein
«Un claro ejemplo de la tradición del New Yorker de contar historias con el máximo detalle sobre asuntos de la cultura popular de los que de otro modo no te enterarías.»
Charles R. Cross, autor de Heavier Than Heaven, la biografía de Kurt Cobain
«Seabrook no solamente examina el interior de una canción, sino también cómo una canción logra meterse en nuestro interior.»
The Observer